¿Monogamia o poligamia? ¿Qué es más natural?

¿Monogamia o poligamia? ¿Qué es más natural?
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Cuando se legalizó el matrimonio homosexual en España, algunas de las voces más conservadoras arguyeron que, a este paso, acabaríamos aceptando matrimonios formados por personas y mascotas, o personas con objetos, empleando el típico argumento la pendiente resbaladiza que se usa para deslegitimar cualquier extensión de derechos.

De hecho, el mismo término ‘matrimonio’ parecía exclusivo de las parejas heterosexuales porque lo natural era la unión con fines reproductivos. Sin embargo, el sexo homosexual también es natural, si echamos un vistazo a nuestro alrededor. Y si lo que se persigue es la reproducción, quizá los matrimonios deberían ser polígamos, con varias mujeres a la vez. En cualquier caso, veamos los pros y los contras.

Si no hemos tenido que defender la poligamia frente a posiciones retrógradas es porque la poligamia, en general, está rechazada moralmente, considerándose una práctica bárbara: según una encuesta Gallup, el 90 % de los estadounidenses considera que la poligamia está mal a nivel moral.

Lo cual resulta irónico porque, históricamente, lo que ha sido más escaso es la monogamia estricta, tal y como explica Eduardo Porter en su libro Todo tiene un precio:

Abundó en los grandes imperios del pasado, entre reyes y emperadores que podían permitirse muchas compañeras. Era una práctica común entre los poderosos del Irán zoroástrico, el Egipto de los faraones y en los imperios azteca e inca. El rey Salomón tuvo setecientas esposas y trescientas concubinas. Sin embargo, según la Biblia, eso molestó a Dios sólo porque muchas no eran hebreas sino moabitas, amonitas e hititas, etcétera, y poseían sus propios dioses. La poligamia fue prohibida en el judaísmo asquenazí sólo en el sínodo convocado por Gershom ben Judá allá por el año 1000 de nuestra era.

Sociedades polígamas

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Si echamos un vistazo a las sociedades entre 1960 y 1980, descubriremos casi 850 que practicaban la poligamia, según el Atlas etnográfico compilado por el antropólogo George Murdock, y que analizaba las costumbres y prácticas de casi 1.200 sociedades. Si la Iglesia mormona, por ejemplo, la desaprueba en Estados Unidos es por la intensa presión del Congreso de los Estados Unidos.

Es decir, que todo parece indicar que la poligamia se halla codificada en nuestros genes.

Los genetistas que estudian la variación genética en poblaciones de China, Francia, África y el Pacífico Sur descubrieron que las hembras transmitían más variedad genética a sus retoños que los varones, lo que sugería que había más hembras que varones que conseguían criar con éxito. Esto se corresponde con un marcador típico de la poligamia: los ricos copulan mucho con mujeres distintas; los pobres se reproducen poco o nada.

Países donde se acepta la poligamia masculina

Países donde se acepta la poligamia masculina

La poligamia no es frecuente en sociedades donde los recursos son escasos, porque los hombres no pueden mantener a múltiples mujeres. Y si la mayoría de los hombres son pobres, las mujeres no tienen ningún incentivo para convertirse en la segunda esposa de un hombre en lugar de la primera de otro.

De hecho, en la mayoría de sociedades estudiadas, la poligamia favorece a la mujer. Al ser sociedades patriarcales, donde los hijos varones llevan la sucesión y hereda la propiedad familiar, en las sociedades polígamas una mujer tiene la oportunidad de emparejarse por encima de su posición social, es decir, hombres con los suficientes recursos como para mantener a varias mujeres y a la prole. Tal y como ha señalado mordazmente la antropóloga Laura Betzig: “¿Qué mujer no preferiría ser la tercera esposa de John Kennedy que la primera de Pepe Pérez?”.

De hecho, si la poligamia ha ido desapareciendo en los últimos años en Europa, en primer lugar, y luego progresivamente en el resto del mundo, bajo la presión de la expansión colonial europea, no ha sido precisamente porque las mujeres se opusieran a ella, tal y como explica Eduardo Porter:

La razón más probable es que los hombres comenzaran a oponerse a ella. Una teoría postula que el desarrollo económico fomentó la monogamia al transformar los objetivos reproductores de los hombres ricos. En las sociedades menos desarrolladas, donde la riqueza es casi toda heredada, no tenía sentido invertir en educar a los hijos. El propósito del apareamiento era tener los más hijos posibles para maximizar las probabilidades de que los genes de un hombre sobrevivieran a la siguiente generación, para lo cual también había que maximizar el número de parejas sin tener en cuenta su calidad. (…) En cuanto el objetivo de los hombres pasó de tener muchos hijos a tener pocos pero con una educación mayor, educar a las madres para que los criaran se convirtió en una inversión útil. Este cambio de prioridades también transformó la economía del mercado al aumentar el precio de las mujeres de mayor escala social, con lo que la poligamia se hizo menos asequible.

Otra hipótesis es que la monogamia fomenta la paz social, pues no exige que los pobres se queden sin mujeres porque las acaparan los ricos: las sociedades monógamas están más pobladas, son menos corruptas, menos propensas a utilizar la pena de muerte y más ricas que las polígamas.

Otra cosa, claro está, es que los ricos o populares continúan teniendo posibilidad de plantar su semilla en muchas mujeres aunque estén casadas. Pero el otro miembro de la unión monógama no es consciente de ello, por lo general, y la paz social se mantiene igualmente.

Fotos | User:Jtneill/Gallery | Francish7

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