Fijándonos en las colonias de hormigas para resolver problemas de organización humanos

Fijándonos en las colonias de hormigas para resolver problemas de organización humanos
9 comentarios Facebook Twitter Flipboard E-mail

Las colonias de hormigas poseen organizaciones tan extraordinarias que incluso han servido a los seres humanos para resolver complejos problemas de logística: por ejemplo, a la hora de decidir de qué manera es mejor que embarquen las personas en un avión.

Por mencionar unas, las hormigas cortadora de hojas (Atta texana) que se encuentran en el centro del estado de Texas, en Estados Unidos, igual que sus parientes tropicales de Sudamérica, poseen una fabulosa cadena de producción para cultivar un hongo simbiótico que servirá de alimento para la colonia.

Con varios millones de obreras por nido, una colonia de hormigas cortadoras es capaz de recolectar aproximadamente media tonelada de vegetación por año, y todo gracias a un sofisticado sistema de coordinación y comunicación basado en sustancias químicas, algo tan impresionante que incluso dejaría en ridículo la Revolución Industrial humana.

Tal y como explican los biólogos Bert Hölldobler y E. O. Wilson en su libro The Superorganism, comentado por Peter Miller en La manada inteligente:

En un extremo de la cadena de producción, las hábiles obreras cortan fragmentos de hoja de árboles o de arbustos y se las llevan al nido (…) Dentro del nido, un segundo grupo de obreras, de un tamaño ligeramente menor que las primeras, corta los fragmentos y los lleva al grupo siguiente. El tercer grupo de obreras, aún más pequeña, mastica los trozos hasta convertirlos en una pulpa que quedará almacenada en forma de bolitas. A continuación, un cuarto grupo de obreras, más pequeña todavía, cultiva los hongos en un montón de esas bolitas de pulpa en el huerto subterráneo de la colonia. Finalmente, las obreras de menor tamaño se ocupan de los hongos y eliminan las esporas no deseadas.

Las hormigas, por sí mismas, no son muy inteligentes, pero colectivamente producen una suerte de inteligencia emergente que les permite resolver problemas de organización que incluso exceden las capacidades intelectuales humanas: como he señalado anteriormente, Southwest Airlines, una compañía aérea que factura 11.000 millones de dólares al año, tuvo que fijarse en ellas para resolver si debían embarcar a los pasajeros de sus Boeing 737 de una u otra forma, tal y como os explico aquí.

Abunda en ello Peter Miller:

Los insectos sociales como las hormigas, las abejas y las termitas distribuyen la solución de problemas entre un gran número de individuos, cada uno de los cuales sigue instrucciones simples sin llegar a tener una visión global de la situación. Nadie está al mando. Nadie le está diciendo a nadie lo que debe hacer. En lugar de eso, los individuos que forman parte de esos grupos interactúan entre sí de un sinfín de maneras hasta que surge un patrón (un movimiento o un sentido) que permite que una colonia encuentre el montón de semillas más cercano o que un banco de arenques esquive a una foca hambrienta.

Ése es el poder de las mayorías: porque, en ocasiones, las mayorías tienen razón (y otras veces, no la tienen, tal y como os expliqué en No te fíes de la sabiduría popular o por qué cuando el río suena, “no siempre” agua lleva). Por ello tienen lugar milagros como la Wikipedia o determinadas simulaciones de ordenador, que en cierto modo se parece a la armónica organización de una bandada de pájaros que vuela en formación de V:

el movimiento del grupo es el resultado agregado de las acciones de cada individuo, que actúa según su percepción local del mundo. No es que haya un líder. El ave que va delante de la V tiene que esforzarse más para volar debido a la resistencia del viento. Pero, cuando se cansa, otro individuo la sustituye en la posición de liderazgo. Las aves se rigen por lo que podríamos llamar un liderazgo basado en la colaboración.
Comentarios cerrados
Inicio