Las subasta de los tontos

Las subasta de los tontos
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La palabra subasta tiene raíces históricas lejanas y procede latín sub asta, bajo lanza, debido a que el reparto de tierras conquistadas entre los soldados parcipantes se señalaba hincando una lanza en la parcela ocupada. Posiblemente la más antigua casa de subastas al mundo, la Estocolmo Auction House, se estableció en 1674 en Suecia.

Las dos casas de subasta más importantes, Sotheby's e Chriestie's. Ésta última realizó en 2013 una de las subastas más caras de la historia: adjudicó 12 obras de artistas contemporáneos por 495 millones de dólares.

Y es que la mejor forma que tiene un vendedor de ganar dinero con un producto es subastarlo. De hecho, Daniel Kahneman, el psicólogo israelí que ganó el premio Nobel de Economía por investigar las peculiaridades del comportamiento que influyen en nuestro criterio económico, describe las subastas como “búsqueda de tontos”. Al estilo del matemático John Allen Paulos al referirse a los compradores de lotería: el impuesto de los incompetentes matemáticos.

Las subastas suelen atraer a compradores que gastan mucho, y por tanto elevan el precio de cosas cuyo valor no está generalmente definido. Como el caso de la estrella de la subasta de Chriestie's, la pintura Número 19 de Jackson Pollock, por la que se pagaron 58,4 millones de dólares, el doble del precio de salida.

Tal y como lo explica Eduardo Porter en su libro Todo tiene un precio:

No son necesariamente un mal negocio para los compradores. Pero comprar en una subasta puede ser delicado cuando el valor de lo que se vende es desconocido. Por ejemplo, consideremos una subasta organizada por el gobierno de los derechos de explotación de emisoras de radio o para perforar pozos de petróleo. Si todos los que pujan saben lo que hacen, lo más probable es que la oferta media refleje el valor al que la empresa petrolífera o la compañía de telecomunicaciones media pueda explotar esos derechos de manera provechosa. Pero eso significa que la puja ganadora (que necesariamente estará por encima de la media) superará ese valor. Si ése es el caso, hay muchas probabilidades de que el ganador pierda dinero. Por eso se conoce como la maldición del ganador.

Imagen | Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires

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