Los 10 divulgadores de ciencia a los que me gustaría parecerme de mayor (y II)

Los 10 divulgadores de ciencia a los que me gustaría parecerme de mayor (y II)
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Seguimos abordando mi particular lista de divulgadores a los que me parecería parecerme de mayor, todos ellos divertidos o entretenidísimos en algún sentido, que iniciamos en la primera entrega de este artículo. Son divulgadores al estilo que Michael Faraday, el padre del electromagnetismo, y también uno de los primeros divulgadores modernos de ciencia, que incluso empleaba claves de showman para encandilar a los públicos menos interesados, o hacer comprender sus materias a los niños.

Tomad buena nota:

5. Malcolm Gladwell

Se podrá achacar a Gladwell que presenta ideas acaso demasiado aventuradas o con insuficiente sustento científico, que sazona sus libros de un storytelling tan sugestivo que es capaz de colarnos algunas trolas sin que nos demos cuenta. Sin embargo, sus textos están tan llenos de ideas brillantes y revolucionarias que vale la pena aceptar que nuestro tamiz discriminador dejará pasar algún dato inconveniente. Tenéis mis reseñas de La clave del éxito o Inteligencia intuitiva.

Un vistazo a…
Así te cambia hablar dos idiomas: el cerebro de un bilingüe

6. Ken Jennings

Jenning es un tipo campechano, bonachón, que tiene un cerebro privilegiado que no deja de acumular datos aparentemente inútiles. Jenning vierte toda esa información en sus libros y consigue que sintamos que el mundo es un lugar mucho más extraño de lo que creíamos. De momento, Jennings se ha metido en el mundo de los viajes en Un mapa en la cabeza y de la puericultura con Manual para padres quisquillosos, aunque no dudo de que lo hará en muchos otros mundos.

7. Richard Wiseman

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Le ocurre un poco como a Malcolm Gladwell que, en aras de sorprendernos y epatar, a veces se deslizan peligrosamente por la pseudociencia. No obstante Wiseman es capaz de explicarnos los experimentos e investigaciones más raras y divertidas del mundo. Un conocimiento en apariencia baladí, como el que surge fruto de los IgNobel, pero que finalmente podría servirnos para mejorar nuestra comprensión del mundo. Podéis leer mi reseña de Rarología o ¿Esto es paranormal?.

8. John Lloyd

Aquí tenemos a otro acaparador de datos curiosos del mundo, asistido por un buen equipo de documentalistas, que presenta todo el marasmo de información sorprendente bajo un patina de humor muy british. No en vano, John Lloyd tiene una conexión especial con Monty Python, Hugh Laurie, Mr. Bean, Stephen Fry, una pléyade de cómicos ingleses que, además, siempre ha tenido una fuerte vinculación con el conocimiento. Mi reseña de El pequeño gran libro de la ignorancia.

9. Steven Johnson

Por saber mezclar como nadie cultura popular y ciencia, Steven Johnson es entretenidísimo. Imaginad un libro que vindica los videojuegos, la televisión, los reality shows, los juegos de rol y todas esas cosas que dicen que son malas para nuestro cerebro como las causas principales de que, masivamente, la gente se esté volviendo más inteligente que nunca (según cómo definamos la inteligencia, claro). Así es Steven Johnson: aunque no estés de acuerdo con sus tesis, sus libros están llenos de información valiosa sobre toda clase de temas, y no solo temas freaks, como los presentados en Cultura basura, cerebros lavados, sino también temas de gran calado, como Las buenas ideas o La mente de par en par.

En ese sentido, Matt Ridley siempre me ha parecido el hermano gemelo de Steven Johnson, a nivel divulgativo, y también os recomiendo Qué nos hace humanos o Genoma.

10. Julian Baggini

Por saber hibridar filosofía, ciencia y cultura popular. Lo cual no es nada fácil habida cuenta del carácter árido de la filosofía (y también porque su utilidad está en entredicho). Podéis leer mi reseña de El cerdo que quería ser jamón.

Finalmente, no puedo evitar referirme a otro divulgador que ha hecho lo mismo por las matemáticas, otra disciplina que, como la filosofía, tiene colgado el sambenito de árida e infructuosa: las matemáticas. Me refiero a John Allen Paulos, por saber maridar, e incluso hacer una sabrosa macedonia, de temas tan aparentemente discrepantes como las matemáticas y las noticias de un periódico. Podéis leer mi reseña de Elogio de la irreligión.

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