¿La pobreza genera guerra? ¿O la guerra genera pobreza?

¿La pobreza genera guerra? ¿O la guerra genera pobreza?
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Si un país es pobre, podríamos pensar que un menor acceso a los recursos básicos producirá mayores conflictos bélicos. Y en parte, esta correlación es cierta: algunos conflictos tienen que ver con el acceso al agua o a tierra cultivable. Sin embargo, las cosas no son tan sencillas.

Los países más ricos del mundo no tienen, en esencia, riesgo de guerra civil. Las probabilidades de que estalle un nuevo conflicto en el espacio de cinco años es del 3 % en países con una renta per cápita de unos 1.500 dólares anuales (en dólares americanos de 2003). Con 750 dólares per cápita, el riesgo asciende al 6 %. Y al 15 % con 250 dólares per cápita.

No obstante, según Steven Pinker la flecha causal suele ir al revés: es la guerra la que produce la pobreza. La guerra expulsa o mata a obreros cualificados, y resulta difícil generar riqueza si se construye una fábrica o una carretera que será destruida al poco tiempo. El economista Paul Collier ha calculado que una guerra civil típica cuesta al país afectado unos 50.000 millones de dólares.

Además, ni la riqueza ni la paz derivan de tener cosas valiosas en la tierra, tal y como explica Pinker en su libro Los ángeles que llevamos dentro:

Muchos países africanos pobres y desgarrados por guerras rebosan de oro, petróleo, diamantes y minerales estratégicos, mientras que países ricos y pacíficos como Bélgica, Singapur y Hong Kong no tienen nada parecido a recursos naturales. Debe de haber una tercera variable, presumiblemente las normas y destrezas de una sociedad comercial civilizada, causante tanto de paz como de riqueza. Y aunque la pobreza provoque efectivamente conflictos, puede que se deba no a la competencia por recursos escasos sino a que lo más importante que un poco de riqueza proporciona a un país es una fuerza policial y un ejército eficaces para mantener la paz interna. Los frutos del desarrollo económico influyen mucho más a un gobierno que una fuerza guerrillera, y ésta es seguramente una de las razones por las que los tigres económicos del mundo en desarrollo han llegado a disfrutar de un estado de relativa tranquilidad.
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