Singularidades extraordinarias de animales ordinarios (I): la abeja

Singularidades extraordinarias de animales ordinarios (I): la abeja
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Con el ánimo de demostrar que la realidad es generalmente más interesante que la ficción, empezamos hoy esta larga serie de singularidades extraordinarias de animales ordinarios. O lo que es lo mismo: la demostración de que, si sabemos mirar, el mundo natural es mucho más fascinante y extraño que el descrito en los bestiarios medievales o en las novelas de fantasía.

Hoy os hablaré de la abeja.

-Sólo en Estados Unidos, las abejas polinizan cultivos por valor de 19.000 millones de dólares al año. Sin ellas no existiría la agricultura y toda la cadena trófica se iría al garete. Por ejemplo, para polinizar una hectárea de manzanos son necesarias 80.000 abejas; y en una hectárea de manzanos produce 500.000 manzanas (700 manzanas por manzano). Imaginaos el poder que tiene este pequeño insecto, y la de veces que hemos deseado aplastarlo si saber que su extinción comportaría, tal vez, la nuestra. Habrá que volver a visionar Bee Movie con nuevos ojos.

-No les tengáis miedo, morir por la picadura de una abeja, aunque posible, es más improbable que hacerlo por el impacto de un meteorito o la fuerza desbordante de un tornado.

-La miel es la única secreción comestible, aparte de la leche, que, si se guarda correctamente, no se estropea con el tiempo. En yacimientos arqueológicos de tumbas faraónicas, por ejemplo, se ha hallado miel de 3.000 años de antigüedad con la que podríais untaros tranquilamente las tostadas del desayuno. Esto ocurre porque la miel es higroscópica: puede absorber y retener la humedad de forma que los mohos y las bacterias que la tocan pierden rápidamente su propia humedad y mueren.

-La “danza de las abejas”, descubierta en 1945 por Karl von Frisch (obteniendo con ello el único premio Nobel de la historia otorgado al estudio del comportamiento animal) es la forma de comunicación no-humana más sofisticada del mundo. Más sofisticada aún que la de un chimpancé. Lo cual resulta sorprendente teniendo en cuenta el tamaño de su cerebro.

-Y es que, a pesar de un cerebro tan diminuto, se ha demostrado mediante experimentos con fotografías que las abejas son capaces de reconocer rostros humanos. Tenedlo en cuenta la próxima vez que os veáis seducidos por la idea de molestarlas.

-No resulta ahora tan difícil de imaginar que las abejas fueran sagradas para los griegos, los egipcios y los babilonios.

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