Nadie huele bien a todo el mundo; depende de quién olfatea a quién

Nadie huele bien a todo el mundo; depende de quién olfatea a quién
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La afirmación no es mía. Lo de nadie huele bien a todo el mundo; depende de quién olfatea a quién, lo afirmaron Claus Wederkind y Sandra Füri en su trabajo de 1997 Body odour preferences in men and women: do they aim for specific MHC combinations or simply heterozygosity.

Realizaron el siguiente experimento. Pidieron a 4 hombres y 2 mujeres que durante 2 noches vistieran cada uno una camiseta de algodón, sin usar ni perfume ni desodorante. A continuación, entregaron las camisetas a 125 hombres y mujeres que olieron sistemáticamente estas camisetas sudadas, que las clasificaron según lo atractivo que les resultaba el olor.

El sorprendente resultado fue que las mujeres prefieren en mayor proporción (o les desagrada menos) el olor corporal de los miembros del sexo opuesto genéticamente distintos a ellos.

Este resultado tiene que ver con la existencia del sexo y la eterna lucha de nuestros sistemas inmunológicos contra los intrusos parasitarios. Resulta más atractivo alguien que nos provea de nuevas defensas para nuestros vástagos. Concretamente nos pirramos por los genes MHC (Major Histocompatibility Complex): complejo principal de histocompatibilidad, que es un grupo grande de genes que codifica varios componentes del sistema inmunológico.

Pero sólo resulta atractivo si es distinto en los genes MHC, no en el resto de genes, pues tendemos a buscar parejas genéticamente parecidas a nosotros.

En igualdad de condiciones, un ratón hembra preferirá también aparearse con un macho que tenga los genes MHC totalmente diferentes de los suyos, un hecho que percibe oliendo su orina. Y en ese sentido, ratones y seres humanos somos idénticos (salvo en lo de la orina, claro).

Sólo las mujeres que toman anticonceptivos no muestran una preferencia clara por los diferentes genotipos MHC presentes en las camisetas impregnadas de olor masculino. Al parecer, la píldora, en ese sentido, afecta al sentido del olfato.

¿Habrá que ir en busca de nuestras camisetas usadas para hacérsela oler a la chica que nos hace tilín? ¿Para cuando un perfume que falsifique estos olores según categorías para poder seducir a toda clase de parejas sexuales?

Para otro día, ahondaremos en las feromonas (que fueron por primera vez descritas en la levadura del gusano de seda en 1950) y en nuestro presunto órgano vomeronasal.

Más información | Feromonas y el juego del amor

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