Uno de cada ocho niños de Estados Unidos está en riesgo de sarampión

Uno de cada ocho niños de Estados Unidos está en riesgo de sarampión
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No hay forma más fiable que los estudios revisados por pares y publicados en revistas de alto impacto y los metaanálisis de dichos estudios para determinar si vacunarse es seguro o no. Antes de opinar sobre ese tema, pues, hay que leer las conclusiones de dichos estudios. Opinar sin ese respaldo, además de contraproducente, es una pérdida de tiempo.

Y si nuestra postura es que no nos podemos fiar de las informaciones oficiales, entonces no deberíamos tener ninguna postura al respecto porque ¿cómo sabemos qué dato es oficial/fiable? ¿Cómo saber nada sobre nada? (Obviamente, el puesamifuncionismo es un tipo de conocimiento casi tan inútil como tirar los dados).

A pesar de todo ello, 1 de cada 8 niños en Estados Unidos está en riesgo de ser infectado por el sarampión. Mayormente debido a padres que creen saber más que los científicos, que los estudios oficiales o que incluso saben distinguir por ellos mismos quién dice la verdad o quién miente (o peor aún: se basan en el pues a mi me funciona).

Es lo que se desprende de un nuevo análisis: un total de nueve millones de niños son susceptibles de contraer esta enfermedad, que puede conducir a la neumonía, la encefalitis, e incluso la muerte.

El análisis halló también que el porcentaje de niños inmunes al sarampión está cerca del mínimo necesario para hacer efectiva la inmunidad de grupo, que es el menor número de personas necesarias que debe ser vacunada para proporcionar una protección indirecta de la enfermedad infecciosa de los que no están vacunados.

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Por debajo de este umbral, los brotes de sarampión se volverán mucho más probables, lo que conducirá a un escenario en el que la enfermedad será generalizada.

La vacuna para el sarampión generalmente se combina con la de las paperas y la rubéola en lo que se conoce como la vacuna triple vírica, que se debe administrar a los niños en dos dosis (la primera entre los 12 y 15 meses de edad, y la segunda entre las edades de 4 y 6).

Robert Bednarczyk, autor principal del estudio, matiza que, si bien estos resultados no son aún alarmantes, sí que empiezan a ser preocupantes.

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