National Geographic y pseudociencia para niños

National Geographic y pseudociencia para niños
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Al consumir contenidos procedentes de medios generalistas, estamos acostumbrados a que dichos contenidos bordeen la pseudociencia o directamente que se enfanguen hasta las rodillas. No solo lo observamos en los principales periódicos de tirada nacional, donde se da voz de forma completamente acrítica e irresponsable a vendedores de humo. También lo observamos en los libros, e incluso en resvistas de divulgación científica, que en aras de vender más ejemplares deben tomar una deriva, digamos, punsetiana.

Por eso no deberíamos sorprendernos demasiado la portada que os muestro en esta entrada. Aunque quizá duela un poco más por dos motivos: el primero, que procede de National Geographic, la que abandera el lema "Atrévete a explorar". El segundo, que está dirigido a los niños y adolescentes. Estamos hablando de la edición de febrero de 2014 de National Geographic Kids (versión en inglés).

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El tema que aborda la revista de marras es nada menos que determinar lo que dicen las piedras acerca de las personas, sobre todo si son piedras que corresponden con tu fecha de nacimiento. Sí, no tiene sentido. Y los de National Geographic deben de ser conscientes de ello, porque han añadido una advertencia al comienzo del artículo: "Si estas descripciones no coinciden, está bien. Éstas son sólo por diversión."

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O sea, que lo que vais a leer es mentira, o puede ser verdad. Quién sabe. Si no concuerda nada de lo que leas, tampoco importa demasiado, no hace falta darle más vueltas, lo importante es pasarlo bien leyendo una lista con cada mes del año y su piedra preciosa correspondiente, y en cada piedra una breve descripción de lo que representa, todo mezclado con mitos y datos científicos. No se aclara cuál es cuál. ¿Para qué? Solo es para divertirse.

National Geographic publica un reportaje divulgativo sobre gemología, pero mezcla realidad y ficción indiscriminadamente porque es divertido. Y, sospecho, porque hace vender más ejemplares. Y posiblemente la mayoría de los niños sí sean capaces de distinguir qué partes de lo publicado son reales y qué partes son ficción. Lo verdaderamente preocupante es que no estamos ante un libro de fantasía de Harry Potter, sino ante una decisión editorial de la National Geographic Society, una de las mayores instituciones científicas y educativas más respetadas del mundo.

Uno se preogunta si es necesario recurrir a la pseudociencia para ser rentable, y hasta qué punto eso es bueno o malo a nivel social. También se pregunta uno si, como le sucedió a Punset, nos iremos quedando sin argumentos para defender una publicación si permite que se vayan infiltrando mitos y creencias no solo de forma sutil, sino como principal reclamo publicitario en la portada de la revista. Y sin olvidar a Punset, que ahora se retira de la divulgación para dedicarse en exclusiva a la autoayuda, no podéis dejar de leer esta lúcida reflexión al respecto por parte de Antonio Martínez Ron.

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Y si tenéis más tiempo, el libro de Richard Dawkins Destejiendo el arco iris, que demuestra de una forma profundamente pedagógica cómo la ciencia, si está bien explicada, resulta mucho más asombrosa y poética que cualquier otra manifestación artística. Como la ciencia, sin añadiduras, sin guiños pseudocientíficos (o reclamos a toda página), puede resultar igualmente atractiva y seductora, sobre todo para un niño.

Y no importa si entonces le arrebatamos a ese niño la magia, Santa Claus o las gemas místicas. Todos somos capaces de diferenciar realidad de ficción, y la ficción es igualmente disfrutable en su condición de ficción: no es necesario mentir para hacerla más espectacular. Con un añadido nada desdeñable, que separando magia y superstición de ciencia, la gente descubriría que es mucho más gratificante vivir en un mundo donde no existen los ogros ni las brujas, ni los monstruos de armario; dónde el trapo que guarda tu osito de peluche en las entrañas ha sido sustituido por un cerebro que piensa; donde existen millones de planetas y galaxias; donde los regalos que recibes proceden de alguien que te quiere (o quiere cumplir con los mandatos del convencionalismo social) y no de unos seres fantásticos que jamás has visto y que se olvidan de ti cuando realmente tienes un problema. Donde existe la incertidumbre y la duda y puedes investigarla, experimentar la satisfactoria sensación de la búsqueda; donde los fenómenos naturales nos revelan aspectos más sorprendentes que cualquier fértil imaginación pueda concebir. Y todo eso os lo dice un soñador que disfruta enormemente consumiendo ficción fantástica a espuertas.

Dicho lo cual, enmudezco mi parte de pitufo gruñón y os cedo la palabra: ¿qué opináis vosotros?

Vía | io9

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