Algunos datos sobre la pederastia

Algunos datos sobre la pederastia
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Naomi Campbell, Kate Moss o Linda Evangelista empezaron sus carreras de modelo siendo aún adolescentes. Una de las modelos más reputadas de Holanda, Daphne Groeneveld, triunfó con 15 años. Uno de los casos más extremos es el de Thylane Blondeau, que con 12 años ya ha sido imagen de Vogue y Lacoste (con 4 años desfiló por primera vez para Jean Paul Gaultier).

Los concursos de modelos niñas que se comportan con adultas, incluso haciendo guiños a lo sexual, es frecuente en determinados estados de EEUU, como bien reflejan películas como Pequeña Miss Sunshine. Y en Japón no es extraño que muchos adquieran revistas donde posan menores de edad.

Sin que se sepa a ciencia cierta la razón biológica, las niñas llegan antes a la pubertad, y en proporción más pequeña, tienen su primer período. Como explicamos en Sexualidad infantil y concursos de belleza, las niñas se están volviendo adultas, y el consumo lúbrico o estético de sus cuerpos parece pseudoaceptado en muchos países occidentales (en otros, más carpetovetónicos, se legalizan los matrimonios con menores).

Pequeña Miss Sunshine

Pequeña Miss Sunshine

Algunos de los defensores del sexo con menores (no con niños, sino con niños que ya han desarrollado caracteres sexuales) consideran que si el acto es placentero para ambos, entonces no tiene que haber penalización, arguyendo que los supuestos traumas posteriores son solo mitos o exageraciones (o producto de la misma sociedad, que considera enfermizo tal práctica y ese prejuicio acaba calando en el niño).

Aunque hay una correlación clara entre tener padres abusadores y los posteriores problemas conductuales y depresivos en la infancia y la edad adulta (Weich, S., The British Journal of Psychiatry, 194 (2009), pp. 392-398), también es cierto que muchos niños no desarrollan estos problemas: el punto decisivo, no obstante, es si el niño describía o no el encuentro sexual como “consensuado”, tal y como sugiere un metanálisis sumario de 50 encuestas universitarias estadounidenses y 7 estudios de población realizado por Rin y Tromovitch en Filadelfia en 1997.

Sea como fuere, en función de cómo definamos el término “abuso sexual”, entre un 5-25 % de las niñas y un 5-15 % de los niños sufrirán algún tipo de abuso sexual, por lo general antes de cumplir los 11 años, según un estudio de Kevin Gorey y otro de David Finkelhor. La mayoría de estos abusos los cometen amigos o familiares de la víctima. La mayoría de los abusadores son hombres, y entre un 5-10 % son mujeres.

Los padres adoptivos son más propensos que los padres biológicos a abusar de sus hijas (Finkelhor 1979: 122) o al maltrato. El conocido efecto cenicienta descrito por Daly y Wilson.

Nada nuevo bajo el Sol

Apolo

Esta clase de relaciones sexuales se producen desde los albores de la historia, si bien ahora parecen más llamativos habida cuenta de que tienen un foco mediático mayor sobre ellas.

Por ejemplo, en documentos procedentes del Imperio bizantino (324-1453) se muestra que los abusos sexuales a menores eran muy frecuentes, a pesar de los castigos por ese hecho, como cortar la nariz o incluso la pena de muerte. Y eso que la edad legal de matrimonio para las niñas era de 12 años en la era bizantina.

Y la pederastia griega, idealizada por los griegos desde la época arcaica, era una relación entre un joven adolescente y un hombre adulto que no pertenecía a su familia próxima. En la tradición hawaiana (previa al desembarco del capitán Hook) los adultos y los niños mantenían relaciones sexuales.

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