¿Por qué llorar también puede ser bueno?

¿Por qué llorar también puede ser bueno?
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Si nuestro llanto es fidedigno, más allá de las lágrimas de cocodrilo, las jeremíadas o los tonos plañideros por quedar bien, entonces el llanto nos desconsuela, nos arrasa emocionalmente. Sin embargo, llorar también tiene efectos beneficiosos o catárticos.

Es lo que sugieren estudios como el realizado por Michael Trimble, del Instituto de Neurología de Londres, y publicado en su libro Why Humans Like to Cry.

Tipos de lágrimas

Lo que sugiere Trimble es que, a diferencia de otros mamíferos, reprimir el llanto en los seres humanos puede ser fuente de trastornos de ansiedad, úlcera intestinal o asma. La razón de algo así puede estribar en que el llanto, así como la sonrisa, tiene una función social, y la evolución, en consecuencia, premia la expresión de los sentimientos. En el caso del llanto, se alivia la amígdala cerebral.

Trimble utiliza la tragedia para explicar que los fenómenos neuronales y sociales co-evolucionaron para producir nuestras, a veces, lágrimas catárticas. Es decir, que una vez que nos dimos cuenta de que el llanto puede ser una especie de consuelo, ideamos formas de incitar esta experiencia bajo demanda. Las lágrimas sirven para demostrar a quienes nos rodean de que nuestra pena es fidedigna y no un ardid maquiavélico para suscitar el consuelo o la ayuda.

Además, también podemos llorar de alegría. Es decir, que no siempre las lágrimas van asociadas a un mismo tipo de emoción. De hecho, las propias lágrimas son diferente en función del tipo de emoción que las estimule.

Las lágrimas producidas por emociones intensas como la felicidad o la tristeza contienen más hormonas y leucina encefalina, un analgésico natural que se libera cuando el cuerpo está bajo estrés. Es decir, que hallamos cambios químicos menores en las propias lágrimas, según el motivo por la que se desarrollaron y en función del área del cerebro que se active con cada estímulo.

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Para mostrarlo artísticamente, la fotógrafa Rose-Lynn Fisher puso en marcha un proyecto hace cinco años con el nombre "La topografía de las lágrimas". El proyecto consistió en tomar muestras de lágrimas generadas en situaciones diferentes para después conocer qué diferencias existían entre ellas a través de un microscopio electrónico.

La conclusión a la que llegó es que existen tres tipos de lágrimas: las causadas por emociones extremas como la alegría, la tristeza, la euforia y el rechazo, entre otros, las basales, que son generadas para mantener la córnea lubricada (de 0,75 a 1,1 gramos cada día) y las reflejas, causada por cebollas o gas, generadas por la respuesta a un agente externo.

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