Somos como somos dependiendo de donde estamos (y III)

Somos como somos dependiendo de donde estamos (y III)
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Sin embargo, asumir el poder del contexto, de que somos como somos, en una parte muy importante, dependiendo de dónde estamos, permitiría afrontar mejor muchos problemas.

¿Acaso no os preguntáis por qué en determinados países nórdicos hay mayor tasa de civismo y aquí, en España, el mobiliario público acaba pareciendo el escenario de una película posnuclear?

¿Mejor educación? ¿Otros genes? ¿El clima? Entonces, ¿por qué muchos turistas de esos países parecen desmadrarse en España y dejan de respetar el mobiliario público?

Una posible línea de investigación, recabando lo anteriormente expuesto, sería: allí son más cívicos porque raramente la administración permite que los desperfectos en el mobiliario público duren demasiado tiempo.

Es decir: la gente cuida el entorno y es en resumidas cuentas es más cívica, en gran parte, porque el entorno está cuidado, como un pez que se muerde la cola.

En un ambiente caos, deterioro y suciedad, las personas tienden a ser más incívicas, más caóticas, y también a cometer más acciones vandálicas o incluso delictivas: si nadie arregla con premura mi entorno, si nadie vigila, si nadie se preocupa… hacemos más “trampas”, como los niños del experimento de Harsthorne y May.

De hecho, es una de las medidas que se tomaron para erradicar el preocupante nivel de criminalidad de una ciudad como Nueva York, considerada en los años 80 como una de las ciudades más peligrosas del mundo. En vez de aumentar la presencia policial o punitiva, por primera vez se organizó un potente efectivo de limpieza en las líneas de metro de la ciudad, donde un grafito duraba menos de una hora, donde las ventanas eran arregladas rápidamente, etc.

El metro, caldo de cultivo de actos violentos en la década de 1980, empezó a ser entonces un lugar mucho más amable. El “síndrome de las ventanas rotas” fue combatido también en otras áreas y de formas parecidas. Y ahora Nueva York es una de las ciudades más seguras del mundo sin que haya habido un cambio sustancial en las leyes, la presencia policial o la educación en las escuelas.

Porque en gran medida somos como somos dependiendo de donde estamos.

Vía | The Tipping Point de Malcom Gladwell.

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