Usando el humor para combatir el dolor

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El auténtico Patch Adams

Ya en el siglo XIII, el cirujano Henri de Mondeville propuso que la risa podría promover la recuperación de los enfermos, y escribió: “El cirujano debe evitar la ira, el odio y la tristeza del paciente, y recordarle que el cuerpo humano engorda de alegría y adelgaza de tristeza“. Siguiendo esta misma línea, Doherty Hunter “Patch” Adams, un médico estadounidense del que se hizo una película reciente protagonizada por Robin Williams, cada año organiza un grupo de voluntarios de todo el mundo a viajar a distintos países, vestidos de payasos, en un esfuerzo por llevar el humor a los huérfanos, pacientes y otras personas.

Diversos estudios señalan que la risa tiene efectos positivos tanto a nivel fisiológico como psicológico en la percepción del dolor, lo que convierte a las terapias emocionales en una parte importante de los tratamientos, complementaria a los fármacos. Por ejemplo, Roberto Brioschi, psicólogo jefe del Departamento de Dolor y Medicina Psicosomática de la clínica Bad Zurzach (Suiza), ofrece tratamientos que incluyen terapias conductuales basadas en el humor.

Los impulsos se transmiten directamente a la médula espinal y después se envían al cerebro, donde la señal se comunica primeramente al tálamo, explica Rafael Maldonado, investigador en Neurofarmacología de la Universitat Pompeu Fabra (UPF):

De ahí va al sistema límbico, donde se le da todo el componente emocional y, por último, viaja hasta el córtex, donde el dolor adquiere una connotación intrínseca. Cuando tú te quemas el tálamo te dice ‘oye, que te has quemado’. Si llevas con las molestias varios días, el sistema límbico le dará un sentido negativo a esta sensación y, finalmente, el córtex aportará el componente racional y te indicará el tipo de dolor que sufres. [...] Es en el nivel del sistema límbico donde actúa el humor.

El psicólogo e investigador de la Universidad de Zúrich Willibald Ruch ha llevado a cabo diversos estudios en los que sugiere que la risa eleva los límites de aguante propios de cada persona. En uno de estos trabajos demostró que las personas que se reían viendo una película de los Monty Python soportaron mejor la prueba de estrés con frío, consistente en mantener las manos en agua a muy baja temperatura durante el mayor tiempo posible.

Vía | SINC Foto | Sarvodaya Shramadana

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