De cómo la carrera tecnológica acorta tiempos a lo largo de la historia

De cómo la carrera tecnológica acorta tiempos a lo largo de la historia
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Una de las ideas más contraintuitivas del progreso de la tecnología es que éste tiene lugar exponencialmente, no linealmente, de modo que la velocidad a la que el conocimiento y la tecnología se difunden por todo el mundo se incrementa cada vez más, y cualquier idea sobre cómo será el futuro de la tecnología resulta cada vez más difícil de predecir.

Esta forma de progreso también acarrea otro efecto secundario: lo que antaño eran enormes diferencias temporales entre los líderes tecnológicos y sus perseguidores, hogaño lo son menos.

Entender el crecimiento exponencial es difícil para nuestro cerebro. Por ejemplo, si damos treinta pasos a razón de un metro por paso, habremos cubierto treinta metros. Pero si damos treinta pasos exponenciales (el primero de un metro, el segundo de dos metros, el tercero de cuatro metros, ocho, dieciséis, treinta y dos…), al llegar a los treinta pasos habremos dado veintiséis vueltas a la Tierra. De igual modo, el progreso de la tecnología está dando saltos semejantes.

De la seda a la información

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Por ejemplo, China mantuvo el monopolio de la producción de seda durante más de 2.000 años, pues la producción pudo haber tenido lugar alrededor del 3000 a.C., o incluso antes, y el procedimiento fue un secreto celosamente guardado: revelar las técnicas de la sericicultura llegó a estar penado hasta con la muerte. También lo estaba exportar los gusanos de seda o sus huevos fuera de China.

No fue hasta alrededor del año 300 cuando una expedición japonesa de Roma logró capturar algunos huevos de gusanos de seda junto a cuatro niñas chinas, que fueron obligadas a revelar el secreto a sus secuestradores.

En la porcelana también hubo grandes diferencias tecnológicas a lo largo del tiempo. Alrededor del año 600, fue un arte practicado regularmente en China, durante la dinastía Tang. Pero los europeos no dominaron la técnica hasta el siglo XVIII.

Afortunadamente, la distancia temporal entre las tecnologías aisladas por cuestiones geográficas o culturales no ha dejado a acortarse, como explica Nick Bostrom en su libro Superinteligencia:

Los vehículos de ruedas aparecieron en varios sitios de toda Europa y Mesopotamia alrededor del 3500 a.C., pero llegó a las Américas sólo en tiempos post-colombinos. En una escala mayor, la especie humana tardó decenas de miles de años en expandirse a lo largo de la mayor parte del mundo, la revolución agrículo tardó miles de años, la revolución industrial tardó sólo cientos de años y la revolución de la información se puede decir que se ha extendido en todo el mundo a lo largo de varias décadas.

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