El día que quise suicidarme con un coche con control de crucero adaptativo

El día que quise suicidarme con un coche con control de crucero adaptativo
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En unos años, conducir un coche que no sea autónomo será como ir a caballo, según Elon Musk. Los niños que nazcan ahora probablemente tengan prohibido conducir cuando sean mayores. Porque los seres humanos cometemos demasiados errores al volante, porque nuestro microfrenazos y nuestra tendencia a circular demasiado cerca del coche que tenemos delante propicia los atascos de tráfico, porque no conducimos de forma óptima para ahorrar combustible, porque miles de personas mueren en las carreteras cada año.

Conducir un coche tendrá más un valor sentimental y nostálgico que un valor práctico.

Miles de kilómetros

Los vehículos autónomos perciben el entorno mediante técnicas complejas como láser, radar, lidar, sistema de posicionamiento global y visión computarizada. En abril de 2015, un Audi SQ5 que se manejaba solo, usando un sistema de conducción autónoma desarrollada por Audi y Delphi, logró recorrer 5400 kilómetros en 9 días.

El prototipo de Google recorrió más de un millón de kilómetros de forma autónoma y bajo la supervisión de un humano al volante.

Incluso ya existe el primer pueblo de mentira para probar coches autónomos. La Universidad de Michigan la pusó en funcionamiento y la denominó MCity. El lugar cuenta con una calle de más de kilómetro y medio de largo, curvas de diferentes radios, rotondas, semáforos, pavimentos de diferente superficie, etcétera.

Prueba uno

Si bien no se trataba de una conducción totalmente autónoma, sino una asistencia a la conducción, hace unos meses tuvimos la oportunidad de probar un vehículo equipado con uno de esos sistemas de ciencia ficción. En realidad probamos control de crucero adaptativo. Un sistema que, mediante radares, permite al conductor programar una velocidad deseada de crucero pero también una distancia de seguridad con el coche que nos precede. Podéis verlo en el vídeo que tenéis aquí arriba.

Eso significa que no es necesario que corrijas el rumbo con el volante: el coche no se saldrá nunca de la carretera. Y, naturalmente, tampoco hay que pisar freno o acelerador, porque será el propio coche el que controle esas variables en función de lo que haga el vehículo que tiene delante. A no ser que uses los pedales, este control de crucero te mantiene vivo. Tanto es así que traté de mover el volante, salir de la carretera y provocar un accidente, pero el volante me corregía el rumbo con tanta fuerza que no lo conseguí.

La prueba de conducción la realizamos en la Bosch Spain Experience, en el área de Mobility Solutions de Bosch en la Escuela de Conducción Segura del RACC (Madrid), por parte de Lorenzo Jiménez, responsable de Marketing Mobility Solutions.

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